“Nos desborda la tristeza, pero sentimos que ya no podemos más. Después de once años de lucha, decidimos soltar”. Con esas palabras, Graciela Sosa, impulsora en 2014 de la ONG “Rauch también habla de Autismo” comunicó públicamente la decisión adoptada junto a su familia de dar por finalizado un camino de más de una década en el que impulsaron campañas y acciones para visibilizar el autismo y promover la inclusión en la comunidad.
La decisión, explicó Graciela en un comunicado, no surgió de un día para el otro. Desde hace tiempo, según relatan, vienen sintiendo el desinterés, la falta de compromiso y el destrato por parte de autoridades, instituciones y una parte de la sociedad. “Con las últimas dos movidas que organizamos, sentimos que ya no había vuelta atrás”, explicó.
El pasado 2 de abril, Día Mundial de Concientización sobre el Autismo, la familia viajó por primera vez a Buenos Aires para participar de un encuentro nacional con distintas organizaciones. Fueron acompañados por directivos de la ciudad que, “se ausentaron durante gran parte del evento”, dejando en evidencia —según expresó— una falta de respeto hacia la causa que representan.

Algo similar ocurrió este sábado durante el cierre de la semana de concientización sobre autismo. “No se presentó nadie: ni directivos, ni representantes de la intendencia. Solo una funcionaria que se sacó una foto con nuestra bandera y luego desapareció”, comentó. La actividad, que debía ser un acto simbólico de cierre, contó con escasa presencia y falencias técnicas. “Nos dejaron un parlante y un micrófono que no funcionaban. Convocaron a último momento a algunos artesanos y solo fueron dos”.
Estos hechos no son aislados. Para esta familia, son el reflejo de años de indiferencia institucional. “Hace más de una década que venimos pidiendo cosas básicas: un censo presencial, médicos especialistas, una plaza inclusiva, control del uso de pirotecnia, remarcación de espacios de estacionamiento. Nada fue escuchado ni tenido en cuenta”, detallan.
“Me duele el alma, pero siento que debo priorizar mi salud física y emocional. Nos costó muchísimo tomar esta decisión, pero sentimos que dimos todo.. que nos vaciamos”, expresó Graciela, mamá de Dilan un chico con autismo, y que en múltiples oportunidades representó a las familias en la banca del pueblo en el Concejo Deliberante y participó activamente en campañas locales. “Pensamos que podíamos ayudar, que enseñar lo que aprendimos como padres podía transformar algo. Pero hoy sentimos que a nadie le importa la inclusión ni la discapacidad”.
El comunicado termina con una despedida simbólica: “Le digo adiós a los barriletes al viento, a Papá Noel azul y rojo, a la semana de concientización. Lamentablemente, aún el mundo no está preparado para mirar desde otra perspectiva”, aseguró.