domingo 18 de mayo de 2025
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El Eternauta y el boom de las ficciones apocalípticas: por qué nos atraen las tramas de supervivencia

Por Silvia Pardo

El Eternauta es una de las series más vistas hoy en el mundo. Ricardo Darín, en el personaje de Juan Salvo, con su máscara, su mirada azul atravesada por el miedo y el coraje al mismo tiempo, se enfrenta al terror de lo desconocido y la muerte bajo la nieve tóxica que azota Buenos Aires. En este viaje del héroe se le unen múltiples aliados, para luchar contra una inexplicable invasión extraterrestre que, de pronto, hace desaparecer el mundo conocido.

La historia cautivó a millones de personas por muchos motivos. Pero, más allá de su calidad, los actores y su espectacular producción, hay algo insondable que llegó al corazón de la gente. ¿Por qué El Eternauta atrae a tantas personas?

El doctor José Eduardo Abadi, médico psiquiatra, psicoanalista y escritor explicó a Infobae que la serie toca un punto fundamental de este tiempo, que es la idea de la lucha por la vida y la supervivencia.

“Es el tema del peligro de perder la vida en cualquier momento y este sentimiento tuvo su disparador en la pandemia. La idea del virus, que presentifica la muerte como una realidad que puso a la vida en una situación en la cornisa, tambaleante, peligrosa. Estamos siempre, y creo que más a partir de esta pandemia, con una idea de amenaza, de poder quedar terminados por alguna situación coyuntural, sea una epidemia, una tragedia o una catástrofe natural. Y la lucha por la vida se convirtió entonces, a veces de un modo solapado, en una preocupación permanente”, destacó.

Y completó: “Entonces, una película que narra la lucha por la vida, que está ligada a esa necesidad de sobrevivir, que está presente, constante en nuestra cabeza a partir de la pandemia, poder salir a flote de eso, se convierte en un tema con el cual toda la sociedad se identifica y, a partir de ahí, por supuesto, promueve el gran éxito que tuvo y tiene”.

Por su parte, Juan Jorge Michel Fariña, doctor en Psicología por la UBA y magister en Metodología de las Ciencias por Université Paris 6, a cargo del curso de posgrado “Abordajes Interdisciplinarios: Cine y Psicoanálisis”, explicó a Infobae que el inicio de El Eternauta nos confronta con la incertidumbre. “Tres chicas en un pequeño velero, el encargado de un garaje, cuatro amigos reunidos para jugar al truco: escenas cotidianas que se ven súbitamente alteradas. Afectadas drásticamente por un cielo enrarecido y una extraña nevada mortal en pleno verano porteño. Podemos estar ante un fenómeno atmosférico global, un desarreglo climático local, un virus que se transmite por el aire enrarecido”, dijo el experto.

Al tiempo que amplió: “Ese primer episodio de la serie nos confronta con lo ominoso, en el sentido que le dio Sigmund Freud al término: algo familiar que de pronto adquiere carácter siniestro. Comienzan las desconfianzas entre amigos, las sospechas sobre los vecinos, el terror ante el barrio, que se torna frío y desconocido. El peligro enigmático empieza a entretejerse con la estofa de los fantasmas de cada quien, y en el intento de dar algún sentido a lo siniestro, el otro semejante se vuelve también extraño”.

Por todo esto es que nos interesan las historias de supervivencia, afirmó Michel Fariña: “Porque a partir de una catástrofe que viene desde fuera se pone a prueba la condición humana, en lo que esta tiene de más íntima y singular. También la música contribuye a este clima. Todo esto, enmarcado por un estrago mayor: Héctor Oesterheld escribe la historieta en 1957 y veinte años más tarde, en el 77, es secuestrado y desaparecido por la dictadura militar junto a sus hijas, yernos y nietos. La catástrofe de la ficción lo alcanza en lo real. Y este desdoblamiento de la escena siniestra interpela al espectador de la serie: ¿se puede sobrevivir a semejante horror?”, argumentó el especialista.

El tema de la supervivencia en un contexto postapocalíptico dio lugar en los últimos tiempos a muchas series exitosas, como The Last of us o The Walking dead, o películas como No mires para arriba y las viejas Guerra Mundial Z y La Guerra de los Mundos, por citar algunas muy famosas, que muestran cómo el género atrapa a millones de espectadores, que ansían ver el renacer de la humanidad en medio del caos y la destrucción.

EL PODER TERAPÉUTICO DEL ARTE

El arte puede funcionar como un espejo y modelo de nuestra vida y ser realmente una ayuda para resolver dificultades de la vida y superar desafíos. La llamada “cineterapia”, por ejemplo, que es el uso de películas, escenas o cortometrajes como herramienta de apoyo a la terapia psicológica, permite abordar una gran variedad de problemas.

El doctor Abadi dijo en ese sentido: “El arte, la literatura, el cine, el teatro, todo aquello que tiene que ver con nuestra imaginación, con nuestra creatividad, con la posibilidad de crear argumentos en los cuales desarrollamos todas nuestras potencialidades, hacen un enorme bien. Es como el humor, que también nos permite enfrentar con templanza los dolores y los sufrimientos. Estas nos permiten identificarnos en distintos argumentos y guiones y vivir a través de situaciones conflictivas que también fortalecen nuestro yo”.

Además, señaló el psicoanalista, “el arte es una manera de no quedar atrapados en una regla de tres simple y darle a la vida una riqueza que, indudablemente, fomenta la salud en el sentido más pleno. No solamente en lo físico orgánico, sino la salud en términos bien integrales, que tienen que ver con el bienestar, con la felicidad y con la empatía, entre otras cosas”.

A su vez, Fariña destacó en relación al cine: “Hoy sabemos que la imagen en movimiento cumple una función estructurante para nuestra constitución psíquica. El cine opera como una puesta en abismo de las narrativas clínicas, ofreciendo un punto de encuentro entre el acto terapéutico y el acontecimiento creador. Existen actualmente múltiples programas, dentro y fuera del ámbito académico, que se valen de películas y series para investigar diagnósticos complejos, para abordar urgencias y crisis, o para conducir tratamientos. Las estrategias ético-educativas a partir de la miniserie Adolescencia o las clínicas que está promoviendo El Eternauta son una muestra de este modo novedoso de abordar el padecimiento humano en situaciones de crisis”.

Cuando se emplea la cineterapia, el psicólogo puede proponer distintos ejercicios al paciente, según contaron los expertos. Por ejemplo, indagarlo acerca de sus personajes favoritos y cualidades que más aprecia; o, por el contrario, sobre los que más rechazo le causan y por qué.

Michel Fariña afirmó que según un estudio, diariamente hay dos mil millones de personas en el mundo que consumen series y telenovelas. “Dos mil millones de personas, es decir, un tercio de la humanidad, que modela su subjetividad, su moralidad, su criterio del bien y del mal, a través de lo que ven en las pantallas”, destacó. Y bien se puede hacer uso de la herramienta del cine para superar sus conflictos en la vida, planteó el experto.

Y comentó que en la Facultad de Psicología de la UBA existe una práctica profesional dedicada a formar estudiantes avanzados en cineterapia. “Se trata de introducir el concepto de ’cine en transferencia’, a partir de una serie de preguntas orientadoras. ¿Cómo dar entrada a las narrativas de películas y series que los pacientes traen a sus sesiones? ¿Cuándo un terapeuta puede indicar o sugerir ver una película o serie como estrategia clínica? ¿Cuáles son los efectos del imaginario compartido sobre el cine en los tratamientos analíticos?“, describió.

El doctor Abadi, por otro lado, señaló que identificarse con situaciones dramáticas, alegres, difíciles o conflictivas es una de las experiencias centrales del cine. “Aunque este efecto de identificación era más fuerte cuando el cine se vivía en su formato tradicional —como un ámbito cerrado y ritual, propio de una sala oscura—, con la llegada de la televisión y las plataformas, ese entorno se ha diluido. Sin embargo, en ese contexto, esa identificación permite experimentar lo que ocurre en pantalla como si fuera real, aunque se trate de una ficción”.

El doctor destacó que esa vivencia permite atravesar distintos temas y conflictos personales o sociales. “La identificación cumple una función elaborativa, ayudando a procesar esas temáticas, pero al mismo tiempo, el espectador mantiene la conciencia de que lo que ve es una ficción. Al terminar la película, esa vivencia también concluye”.

Además, añadió que el cine también puede generar bienestar por una razón muy simple, que a veces se olvida: permite salir de la rutina. “Nos traslada a un espacio donde operan la fantasía, el imaginario, lo dionisíaco, el pensamiento lateral o marginal. Nos saca de lo puramente racional, de los procesos mentales más estructurados. Esa apertura es saludable porque favorece la empatía, al permitir que nos identifiquemos con personajes distintos a nosotros y vivamos situaciones ajenas, lo que enriquece nuestra experiencia emocional y cognitiva”.

Según Fariña, el repertorio de películas a recomendar en cineterapia es sumamente vasto. “Por ejemplo, un episodio de Black Mirror, llamado ‘Eulogy’, es seguramente el más clínico de toda la saga. Permite trabajar con los pacientes la cuestión del duelo, en su sentido íntimo y a la vez social. Nos presenta un personaje amargado, resentido, que se victimiza por haber sido abandonado por una novia que tuvo a los 20 años. Como Rick de Casablanca, lleva una vida solitaria, anclado a ese fantasma. La trama es entonces la de muchos pacientes: el tránsito de esa posición gozosa a un reencuentro con el deseo del que se han extraviado. En este episodio de Black Mirror, la tecnología es apenas un pretexto para ofrecernos una bella puesta en abismo que da cuenta de la travesía de un análisis”.

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