Las baterías de los teléfonos móviles, en su mayoría de ion-litio, contienen componentes altamente inflamables que, bajo determinadas condiciones, pueden provocar incendios o explosiones. Si bien estos episodios son poco frecuentes, suelen estar vinculados a mal uso, fallas de fabricación o exposición a altas temperaturas.
Entre las principales causas se encuentran el sobrecalentamiento, las sobrecargas prolongadas, el uso de cargadores incompatibles, los daños físicos en el equipo y los cortocircuitos internos. El litio, uno de los elementos centrales de la batería, es especialmente reactivo y puede generar una reacción térmica descontrolada si se superan ciertos límites de temperatura.
Especialistas advierten que dejar el celular muchas horas enchufado, exponerlo al sol o al calor extremo, o desecharlo junto a residuos comunes incrementa el riesgo de incidentes.
Para reducir riesgos, se recomienda no manipular la batería, utilizar siempre cargadores originales o certificados, evitar el recalentamiento del dispositivo y consultar al servicio técnico ante signos de hinchazón o fallas. Aunque se trata de situaciones aisladas, el cuidado responsable del teléfono es clave para prevenir accidentes.






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