Preocupación por cierre de estaciones del INTA: “Lo más importante que tiene la institución es su gente”

Mientras el Gobierno Nacional avanza con un plan de desguace para el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) los trabajadores resisten acompañado por instituciones referentes del agro.

INTA fue creado en 1956 durante la presidencia de Arturo Frondizi y hoy opera con más de 350 unidades distribuidas en todo el país, con 15 Centros Regionales, 52 Estaciones Experimentales Agropecuarias, 22 Institutos de Investigación y unas 300 agencias de extensión rural. Son cerca de 6 mil agentes, de los cuales más del 70 por ciento tiene formación profesional, y más de 1.500 cuentan con maestrías o doctorados.

El INTA desde hace más de seis décadas produce resultados concretos: su impacto se mide en productividad, soberanía tecnológica y arraigo territorial.

Fue concebido con una misión clara: aplicar ciencia al agro, desde la semilla hasta la comercialización, pasando por el suelo, el clima y el productor.

Según datos oficiales, en 2023, el INTA brindó asistencia técnica a más de 130 mil productores. Administra 27 mil hectáreas de campos experimentales, publica más de 700 investigaciones por año, opera laboratorios nacionales en sanidad animal y vegetal, y conserva bancos genéticos clave ante el cambio climático. Según cálculos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), por cada dólar invertido en el INTA, la economía recupera más de 11 dólares en productividad.

El panorama tiene a todos preocupados. Juan Ernesto Maletti, director del INTA Cuenca del Salado, expresó su profunda preocupación por los cambios que se están produciendo en el organismo, particularmente por el cierre de la Estación Experimental AMBA y sus 9 agencias.

“Acá hay dos niveles: uno es la cirugía sobre la estructura institucional, sobre el espacio de toma de decisiones, que ya es delicado. Pero también hay una cirugía sobre los espacios de trabajo concretos, como la estación del AMBA. Estamos hablando de un territorio donde viven 15 millones de personas que necesitan alimentos saludables cerca. Ahí el INTA está perdiendo una capacidad territorial clave”, explicó Maletti a Radio Eich.

El director remarcó además el impacto humano de estas decisiones: “Se están dejando afuera ingenieros, veterinarios, sociólogos, técnicos, personal administrativo… En nuestro caso, son casi 80 personas en 25 municipios. Hay 12 en planta transitoria, 3 becarios doctorales. Es un daño directo al talento humano”, remarcó.

“Lo más importante que tiene el INTA es su gente. Más que la persona, es todo lo que trae consigo: ideas, capacidades, vínculos. Eso es multiplicador. Y eso es lo que está en riesgo”, señaló.

Maletti describió el momento actual del organismo como complejo y desafiante, en medio de un proceso de revisión interna profunda. “Nos estamos preguntando si estos 70 años de historia los hemos transitado bien y qué tenemos que mejorar para construir el INTA que la sociedad necesita”, expresó.

Destacó el carácter público-privado del INTA como uno de sus principales valores, subrayando que su presencia en todo el país —con unas 300 unidades distribuidas territorialmente— le permite trabajar junto a productores, gobiernos locales, economías regionales y sectores privados.

A pesar de su rol estratégico y su continuidad como política de Estado a lo largo de los años, Maletti señaló que en el contexto actual la institución se ve forzada a justificar permanentemente su accionar y eficiencia, ante ciertas críticas o cuestionamientos.